Mili Hernández Vs María del Monte.

Mar TorneroVicepresidenta del Colectivo GALACTYCO.

Esta semana triunfaba María del Monte en Sevilla saliendo del armario, con limusina y todo tipo de adornos florales. Muy folklórico todo, aunque sea para hablar de Derechos Humanos. Y todo el mundo habla de ello, y se la aplaude y se le hace la ola.

Como mujer lesbiana, activista y comprometida con la igualdad me siento interpelada a expresarme sobre este asunto.

En primer lugar, en el año 2015, El Tribunal Supremo condenó a pagar una multa de 100.000 euros a una cadena de televisión por dar la noticia de que María del Monte había mantenido una relación amorosa con otra famosa mujer. Entiendo que esa noticia le provocara pánico y que saliera a defender su intimidad por temor a las consecuencias sobre su vida. Sinceramente, ¿quién cree que hubiera hecho lo mismo si la noticia hablara de un hombre y no de una mujer?

Esta semana salía del armario ante una multitud diciendo que llevaba 23 años con su pareja y que hasta ahora había callado para proteger a su familia. ¿Protegerla de qué?

Yo os lo cuento: de la lesbofobia.

Este es el asunto importante para resaltar en todo este suceso mediático: ella temió por su relación, por el sufrimiento de su pareja y el suyo propio, y mantuvo su amor armarizado hasta hace unos días.

¿A alguien le parece esto saludable?

¿Qué significa vivir armarizada? Significa que te empequeñeces frente al mundo. Significa que sucumbes al miedo. Significa que tu autoestima no sale ilesa, y que te has arrodillado frente a la LGTBIfobia. Todas lo hemos hecho, sobretodo las que tenemos cierta edad. Pero no podemos lanzar el mensaje de que ha sido algo heroico, sino todo lo contrario: ha sido un sufrimiento, para una misma, para tu pareja y para la relación.

Vivir sin ser vista, sin compartir, sin libertad, en defensa constante de tu ser y estar, convertir tu vida en un teatro, es enfermizo y enfermante. Es humillante y destructivo.

El viernes 24 de junio nos acompañó Mili Hernández, dueña de la librería Berkana, a dar el Pregón del Orgullo en Cartagena. Ambas nos reímos al afirmar ella que no podría competir con María del Monte en repercusión. Y sin embargo, Mili habló de libertad, de lucha, de derechos, defensa de todo lo conseguido y de continuidad en lo que debemos conseguir: la igualdad plena. Mili, que lleva décadas visibilizándose y haciendo de la defensa de la libertad su vida, creando la primera librería con contenidos LGTBI, que tanto ha dado a quienes necesitábamos referentes, lecturas, información…

Y esa defensa de la igualdad plena en cuerpo y alma, esa coherencia con una misma, ese amor propio, ese coraje, es la antítesis de valorar en positivo y aplaudir lo que ha sido el drama de millones de personas: María del Monte ha sufrido la lesbofobia del mundo entero y la suya propia, interiorizada, y ese amor que construyó sin ser visto es lo que nunca debería volver a ser: un amor atemorizado, sintiéndote en la obligación de protegerlo frente al odio.

No podemos aplaudir estos hechos, no podemos admirarnos de la belleza de un amor que tiene que ser vivido a oscuras, no podemos dar ese mensaje. No podemos romantizar la injusticia. Debemos respetar los procesos de cada persona en su lucha contra la LGTBIfobia, pero flaco favor hacemos a la Igualdad si hacemos una fiesta de los armarios pasados. Los armarios fueron toxicidades con las que hemos tenido que vivir, y hay que ponerle verdad a todo ello. Y coherencia.

El mensaje es otro: que no vuelva a suceder esta crueldad social contra quien tiene el derecho a sentirse libre para amar a quien le de la gana, y que no vuelva a suceder que cualquiera de nosotras, amando, tengamos que esconder a quien amamos porque nos pese más el miedo que el amor.

Hay que ponerle nombre a las heridas, y amar a escondidas es un golpe a tu dignidad y tu autoestima, que dinamita tu salud mental. Y hay que ponerle nombre a aquello ante lo que sucumbimos: LGTBIfobia.

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