MANIFIESTO ENORGULLECT 2022

Este año, la Federación Estatal de Gais, Lesbianas, Bisexuales y personas Trans y las asociaciones que la conforman, entre las que se encuentra el Colectivo GALACTYCO, ha tomado como lema “30 años de Lucha, Activismo, Derechos y Resiliencia”. Desde este colectivo, esta noche, queremos recordar a todas aquellas personas que en nuestro país han luchado por conseguir los estrechos márgenes de igualdad que hoy ocupamos, algunos de ellos aún cogidos con pinzas. O así lo sentimos quienes tenemos nuestras reivindicaciones día a día en nuestras agendas.

No obstante, somos muy conscientes de que la lucha ha sido titánica, nos maravillamos al tomar conciencia de algo que hasta hace bien poco jamás pensamos que llegaría: el respeto de la mayoría de la población y el derecho a formar una familia en igualdad de condiciones al resto de familias. Este reconocimiento nos ha permitido abrir una grieta impensable en el muro de la LGTBIfobia, por la que entrar de lleno en el camino hacia la igualdad plena, camino que en absoluto ha terminado. ¡Y cuántas personas se han quedado en ese camino!¡Cuánta herida abierta, cuánto sufrimiento! ¡Cuántas vidas oprimidas y partidas en dos! ¡Cuántos silencios! ¡Cuánta violencia soportada!

En esta lucha, que comenzó en España en los años 70, con la primera manifestación después de los hechos de Stonewall en EEUU, en una recién estrenada transición, con el dictador muerto, pero con la misma represión policial y desprecio social hacia el colectivo LGTBI, fueron las mujeres trans, las travestis, las bolleras, los afeminados, quienes se partieron la cara y a quienes les partieron la cara de manera literal, hastiadas y hartas de sufrir tanta violencia, con la creencia de que tenían derecho a vivir sus vidas dignamente y en libertad. Fueron las primeras voces que se alzaron en nombre del amor propio y el deseo de vivir en paz.

Comenzó entonces una época de décadas de activismo en pro de la LIBERTAD, fueron muchas las personas, hombres y mujeres, cis y trans, que nos organizamos en colectivos con el fin de generar redes de apoyo y de acción social. Se apostó por la visibilidad, en la creencia de que lo que no se nombra no existe ni se tiene en cuenta. La Visibilidad en un grito de esperanza por nuestra dignidad. El Orgullo frente a toda sinrazón y desprecio, el mayor acto de dignidad.Y es desde este reconocimiento, en esta mirada hacia atrás, desde donde queremos partir para situarnos en la actualidad, y recuperar ese talante luchador, esa fuerza y energía, esa necesidad de continuar hacia el final de este largo camino hasta ver desaparecer por completo la LGTBIfobia que ha asolado tantas vidas de manera absolutamente injusta, y que desde nuestros colectivos seguimos percibiendo.Gracias a estas LUCHAS hemos conseguido ciertos DERECHOS, armados hasta los dientes de RESILIENCIA. Entre todos hemos conseguido que ya no se nos trate como enfermos o desviados, se han despatologizado nuestras orientaciones sexuales y de género.

Hemos conseguido llevar a buen puerto y con derechos a nuestras familias. Podemos ir con nuestras parejas de la mano por la calle con cierta seguridad…, PERO… Todos los días algún menor sufre homofobia, lesbofobia, transfobia o bifobia en colegios o institutos, todos los días alguna pareja se siente intimidada por la calle si muestra públicamente su afecto, todos los días alguna persona es depreciada por su propia familia, incluso expulsada de su hogar. Todos los días, en algún patio de colegio, alguien sufre bullying al grito de “maricón, bollera, marimacho o travelo”. Todos los días alguien se ríe de algún chiste que humilla a otra persona por su orientación sexual o de género. Todos los días alguna familia se siente excluida en el centro educativo de sus hijos, hijas e hijes.

Todos los días algún maestro, compañero de trabajo, jefe, POLITICO, vecino o amigo mira para otro lado… Y casi todos los días alguien se siente agredido, verbal o físicamente por ser gay, lesbiana, bisexual o trans. Podemos estar celebrando este día del Orgullo, y sentirnos libres y respetados, podemos alegrarnos de toda la legislación que hemos conseguido, pero mientras exista alguien que sufra como consecuencia de la LGTBIfobia que respira en su entorno, no podemos pararnos al borde del camino, no podemos dejar de exigir a diestro y siniestro el respeto que merecemos.Aún hoy hay quienes dudan de nuestros derechos básicos como seres humanos. Gente de la calle, pero sobretodo, gente que ocupa puestos públicos y que están en nuestros parlamentos dudan de nuestro derecho a ser y a desarrollarnos, de nuestro derecho a ser reconocidas, de nuestro derecho a una educación sexual y emocional integrales e inclusivas, de nuestro derecho a una atención sanitaria de calidad, de nuestro derecho a ser tratadas en equidad y justicia… Y esos puestos políticos son designados por las personas que les votan, lo que quiere decir que a nuestro alrededor tenemos gente que nos mira con desprecio, aunque calle.

Darles legitimidad es darle voz al desprecio, dar permiso a su odio para que nos agreda. Esa gente, que reivindica tiempos pasados en donde no teníamos licencia para vivir en libertad, nos lanzan a la cara su LGTBIfobia con voz alta y clara y sin pudor alguno.El asesinato de Samuel Luiz hace casi un año o el número de agresiones sufridas por la población LGTBIQ+ que se están denunciando cada vez más en comisarías, cuarteles, juzgados y redes sociales, tiene que ver con cómo se nos lee, cómo se nos mira, con cómo se entienden nuestras corporalidades, identidades, expresiones, orientaciones, que se siguen patologizando y cuestionando, considerándose inferiores y perjudiciales,…, Y CÓMO SE NOS SEÑALA. Se nos está señalando desde los mismísimos parlamentos, y desde ahí se alimenta lo que está en la calle. Al mismo tiempo se añade una pátina de buenrrollismo infame que no para de repetirnos “que qué más queremos”, “que lo tenemos todo”, “que ya no hay discriminación”, “que ya nos podemos casar”, “que para qué un Orgullo LGTBIQ+”, “que para cuándo un orgullo hetero”, “que para cuándo el día del hombre, del macho”,… discursos que a veces llegamos a comprar con un “pues a mí no me representan” o un “pues yo no he sufrido nunca discriminación”, sin pararnos a pensar en nuestra historia común, en cómo hemos llegado hasta aquí, en analizar nuestras discriminaciones comunes y particulares o en la bomba de relojería que suponen los discursos de odio contra nuestras vidas y la pasividad de los de siempre.¡No está todo conseguido! ¡No podemos callar y permitir una sola agresión! ¡No podemos dar un paso atrás! ¡No podemos consentir discursos contra nuestras familias y nuestra propia existencia! ¡No podemos tolerar la pasividad de nadie ante esto!

Si en este país comenzó la lucha por nuestros derechos y libertades hace 30 años, ahora toca defenderlos, atrincherarse y combatir a quienes nos desprecian y a quienes toleran a quienes nos desprecian: ¡sus cómplices!Tenemos leyes que nos protegen y que tratan de favorecer la integración del colectivo LGTBI en todos los ámbitos, leyes que fueron aprobadas en nuestros parlamentos. Estas leyes hablan de nuestra atención sanitaria, de nuestro sistema educativo, del trato por parte de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, de familias y de la magnífica intención de conseguir la igualdad plena. ¿Pero se están aplicando? ¡¡¡¡¡NO!!!!!Estas leyes se encuentran de lleno con la pasividad, la cobardía y la falta de respeto de quienes tratan de frenarla por intereses políticos, de quienes no creen en ella y de quienes directamente desean abolirlas. Estas leyes, que son fruto de mucho trabajo, de mucha lucha, de mucho esfuerzo, son ignoradas de manera continuada por aquellos que no terminan de tener claro que somos ciudadanos y ciudadanas de primera, en situación de vulnerabilidad por la ignorancia que emana de la LGTBIfobia.

Si en salud nos centramos, cuando nos atienden, ¿Se están teniendo en cuenta las distintas prácticas sexuales que podemos realizar o se nos está prejuzgando catalogando nuestras particularidades de manera escandalosamente limitada? ¿Se está respetando la diversidad corporal, identitaria, de expresión y de orientación, o se siguen dando por hecho según el patrón cisheterosexista marcado? ¿Se está teniendo en cuenta nuestra capacidad reproductiva a la hora de iniciar ciertos tratamientos? ¿Se está valorando nuestra salud mental en función de las opresiones sociales que hemos sufrido o estamos sufriendo?A nivel educativo, ¿se nos ha enseñado y formado en sexualidad de una manera integral e inclusiva? ¿Se nos protege de aquellos con quienes compartimos aulas y que llegan enseñados de casa que gais, lesbianas, bisexuales o trans somos enfermos? ¿Tenemos interiorizada la diversidad? ¿Saben las personas cishetero que forman parte de ella y no están por encima? ¿Se ha naturalizado ya la diversidad familiar?A nivel legal, ¿se nos reconoce nuestra identidad fácilmente o aún tenemos que pasar por trámites e informes que certifiquen quiénes somos o el tipo de vinculaciones que formamos?A nivel laboral, ¿se nos toma en serio de primeras o tenemos que demostrar que merecemos nuestro puesto de trabajo a pesar de ser población LGTBI?A nivel social, ¿se nos respeta abierta y directamente, o tenemos que demostrar continuamente que somos respetables por pleno derecho y nos toca más de una vez ocultar nuestra pluma, o tener miedo a que se nos note quiénes somos, lo que somos, lo que sentimos, o quiénes nos gustan o atraen?¿Están los funcionarios que se ocupan de cada una de estas áreas: sanitaria, educativa, administrativa… formados y capacitados para atender la Diversidad Sexual y de Género?Todo esto y mucho más está reconocido y debería estar resuelto desde el año 2016 en la Región de Murcia, año en el que se aprobó la Ley de Igualdad, pero nula ha sido la variación o mejora social desde entonces, porque hay quienes directamente han impedido el desarrollo y la puesta en marcha plena de esta ley que recoge todas las mejoras que necesitamos.

Estamos en pañales y todavía tenemos que soportar que alguna que otra consejera presuma de ser LGTBIfriendly… Y qué hablar de la normativa estatal, que está costando sangre, sudor y lágrimas. Los sectores conservadores, ultraconservadores y ultraultraconservadores han puesto y están poniendo el freno de mano cada vez que pueden para impedir avances y mejoras, cuando no intentar hacernos retroceder. ¿Y qué hacemos nosotras? ¿Nos quedamos quietas? ¿Les votamos? Que nadie olvide que LO PERSONAL ES POLITICO. Hemos avanzado, sí, pero todo no está conseguido. Los espacios seguros los construimos entre todas y es función de todas y cada una de las que estamos aquí y de quienes están fuera crear una sociedad que sea espacio seguro para todos, todas y todes. ¿Lo intentamos? Salgamos a las calles, ocupemos los espacios, continuemos creando redes de apoyo y solidaridad, de lucha y en pro de la igualdad. Somos población de pleno derecho y deberíamos visibilizarnos y reivindicarnos así. Ojalá llegue un momento en la historia de la humanidad en la que no hagan falta las asociaciones ni los “días de” ni que tengamos que estar exigiendo respeto e inclusión porque ya se habrán conseguido, pero hasta entonces…

¡ALCEMOS NUESTRAS VOCES!¡CON NUESTROS DERECHOS NO SE JUEGA!¡NI UN PASO ATRÁS!¡VIVA EL ORGULLO LGTBIQ+!

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