Charla “Visibilidad y Normalización del Colectivo LGTBI en el Cine”.
Ofrecida por Colectivo GALACTYCO el 21 de noviembre de 2019 en Salón de Actos del MURAM, dentro de la programación ofrecida por el FICC y Fragmentos Suspendidos.
Para esta charla vamos a centrarnos en el cine más comercial, sobretodo estadounidense, el que ha llegado a todos los públicos y que ha tenido más impacto. Pero se pueden hacer monográficos de cine independiente, de cine europeo, de cine español, que daría para otras charlas.
En las últimas décadas hemos asistido a una interesante proliferación de películas en las que aparecen personajes LGTBI, abordados desde diferentes ángulos o manifestaciones y que expresan un desarrollo o evolución de la mirada hacia el hecho de la diversidad sexual, afectiva y familiar.
El cine ha sido y es un reflejo de la realidad de cada época, en el que se ha manifestado la mirada social hacia nuestro colectivo, que lo ha retratado según hemos avanzado en derechos y libertades, y en conciencia.
Los seres humanos nos representamos a nosotros mismos a través del arte y de la manifestación cultural, que a su vez crea la posibilidad de transformar o de perpetuar nuestro pensamiento y sensibilidades, de despertarnos o de mantenernos en la herencia cultural recibida. Y siendo el cine el llamado séptimo arte, vamos a ver cómo hemos sido representadas en el mismo.
Nos interesa centrarnos en tres ejes diferentes:
- El modo en el que estos personajes se han reflejado
- El impacto que sobre la población LGTBI ha provocado
- El impacto que ha provocado sobre la población en general.
En cuanto al primer punto, el modo en el que estos personajes se han reflejado, comprobamos que ha ido desde lo patológico, lo angustioso, grotesco o esperpéntico, la locura centrada en el hecho de la homosexualidad o transexualidad, pasando por lo absolutamente estereotipado, hasta llegar a la indeferenciación con la heterosexualidad, donde se ha plasmado la diversidad de manera natural, y llegando incluso al mensaje crítico y de invitación a la reflexión y toma de conciencia sobre la discriminación o desigualdad provocadas por la LGTBIfobia y el estigma social.
En sus inicios, se mostraron a los hombres gays como los llamados “sissy”, (mariquitas en inglés), excesivamente afeminados, que servían de cómicos de los que reírse, y que por supuesto no protagonizaban ninguna historia personal digna. Los estereotipos de género estaban muy marcados, la masculinidad era admirada desde el poder, y el poder se reflejaba en la fuerza, la violencia, el dominio: cuanto más poder más masculinidad. Un hombre afeminado, que se alejaba de la imagen de hombre poderoso, era un hombre desempoderado y digno de desprecio o de risa. Sin embargo, no ocurría esto con las lesbianas, a las que mostraban en modo travestido, a lo Marlene Dietrich. Las mujeres, lejos de pretender provocar risa o repulsa, provocaban más bien admiración… El propio sistema cultural y de costumbres, que medía la masculinidad en esa virilidad machuna, que admiraba el prototipo de macho a lo Humphry Borgart, al mismo tiempo negaba la sexualidad de las mujeres. La sexualidad sólo existía porque existían los hombres muy hombres, así que por un lado sentían su masculinidad reforzada riéndose de otros hombres de maneras afeminadas, y curiosamente, admiraban a mujeres travestidas de hombres. Debía de parecerles excitante.
Ejemplo de todo esto lo vemos en películas como:
Nuestros superiores’ (1933) o ‘La alegre divorciada’ (1934).
En “Marruecos” (1930), donde vemos a una Marlene Dietrich vestida con un esmoquin, que además da un beso en los labios a otra mujer, logrando el apoyo masculino del público. O “La Reina Cristina de Suecia” (1933), cuya actriz protagonista Greta Garbo, junto a Marlene Dietrich, se convirtieron en iconos lésbicos.
Todas estas imágenes, o esta mirada, de lo que era la homosexualidad o el lesbianismo estaban más o menos aceptadas: el hombre mariquita que sólo provoca risa, que ayuda a los hombres a reforzar su imagen varonil, y la mujer masculinizada que provoca morbillo…. Hasta que llega la Iglesia Católica, que viendo la importancia que iba cobrando el cine, crea la Legión para la Decencia, que se dedicó a censurar y boicotear cualquier manifestación cinematográfica que atentara contra el dogmatismo y moral religiosa. Llegaron a redactar un Código de Producción, El Código Hays, en el que aconsejaban qué filmar y qué no filmar, advirtiendo de que la Iglesia Católica lo aprobaría o lo boicotearía, y por supuesto la homosexualidad era una de esas cosas que consideraron inadecuado.
Entre 1934 y 1967 la censura estuvo autorizada a cambiar diálogos, escenas, personajes o tramas que no concordaran con los principios del código.
Así, en los años 40 cambia la perspectiva, y empieza a plasmarse la homosexualidad de manera absolutamente negativa…, se deja atrás la imagen cómica para empezar a mostrar a personajes homosexuales perversos, que son capaces de lograr sus objetivos de manera totalmente retorcida, malvada y destructiva. Y por supuesto, no se muestra la homosexualidad de forma explícita, sino que se dan pinceladas y se deja en el aire de manera subliminal, lo justo para que pudiera asociarse su desviación sexual con su locura, que era la visión que la cultura católica tenía de la homosexualidad o el lesbianismo, y la imagen que deseaban transmitir.
Aparece la mujer lesbiana o el hombre gay sin escrúpulos:
“La hija de Drácula” (1936), “Rebeca” (1940), “Sin Remisión” (1950)
En “El Trompetista” (1950), donde aparece una Lauren Bacall bisexual, que vive una vida autodestructiva y desordenada.
“Rebelde sin causa” (1955), que acaba en tragedia.
En “La Soga” (1948), dos jóvenes estudiantes, unidos por una sugerida relación amorosa, terminan asesinando a un compañero de estudios”.
En “Té y simpatía’ (1956), se narran los intentos de una familia de clase acomodada para «corregir» el comportamiento amanerado de su hijo, y así evitar que el resto de la sociedad lo tachara de «invertido». Un acto de amor…
La sublimación de la homosexualidad puede verse también en películas como Ben-Hur (1959), o “La Gata sobre el tejado de Zinc” (1958), en donde la censura impidió lo explícito de la homosexualidad del personaje central masculino, y donde las relaciones homosexuales se muestran desnaturalizadas y esencialmente armarizadas, como de fondo, silenciadas, secretas, problemáticas, angustiosas…
La homosexualidad debía insinuarse para identificarla, y transmitir el mensaje negativo sobre ésta, que mostrara desorden y caos.
Cómo se traduce todo esto en el segundo punto que nos interesa: el impacto que sobre la población LGTBI ha provocado:
Cualquier persona que tuviera la valentía de reconocer en sí misma una orientación sexual que no fuera la heterosexual se estaba reflejando en la cultura del cine como un ser perverso, maligno, loco, inapropiado, enfermo, condenado a la tragedia, etc…, que era la visión de la mentalidad católica, conservadora, guardiana de la moral… Esta manifestación negativa se retroalimentaba, provocando con ello mucho sufrimiento y mucha locura… Mucho destrozo del amor propio y de la autoestima… Mucho miedo, mucha vergüenza y homofobia que se interiorizaba…
Es a través de las manifestaciones culturales, que incluye no sólo el cine, también la literatura o el arte, que alimentamos la propia cultura llena de valores, prejuicios, y demás constructos sociales. Y es enormemente complicado tomar distancia de estas manifestaciones y anteponer una mirada crítica, libre y racional. Al final, lo que estoy viendo por todas partes, termino creyéndomelo. Y termino creyendo que soy un ser perverso. Y toda la sociedad en su conjunto, que se está alimentando de estas inyecciones de prejuicios, termina considerándome de igual modo.
En esta época surgió una de las pocas películas que habla sobre transexualidad: ‘Glen o Glenda’, (1953). La cinta narraba, en parte, la vida de Christine Jorgensen, la primera persona en aceptar públicamente su condición de mujer transexual. Pese a no ser querida ni por el público ni por la crítica, fue pionera a la hora de hablar de personas transgénero en el cine.
Aún no nos habíamos acercado siquiera a lo que hoy estamos viviendo en cuanto a las identidades de género. Todo se limitaba a la orientación sexual y afectiva. No existía en los discursos ideológicos nada parecido a un cuestionamiento de los roles de género. O estabas en el que se correspondía con tu cuerpo, o estabas en el lado equivocado.
Ya en los 60 se suaviza la censura, se va dejando de aplicar gradualmente para los asuntos que contemplaba: desnudos, besos, manifestaciones sexuales, etc., y también se hace más explícita la realidad LGTBI. Puede verse en películas como “Tempestad sobre Whasington”(1962), “La Calumnia” (1962) o “La Zorra” (1968). Se deja de subliminar el aspecto homosexual, y se llega a mostrar de manera más clara, pero no se abandona el aspecto trágico y enfermizo.
En “La Calumnia”, no se menciona el término “lesbianismo”, pero queda completamente explícito como “fenómeno”… Acaba en tragedia. Y se muestra un personaje, interpretado por Shirley MacLaine, que vive atormentada solo por haberse enamorado de su compañera de trabajo, Audrey Hepburn, y finalmente acaba suicidándose. Esta película es un remake de una versión anterior, de 1936, “Esos tres”, primera adaptación, en la que tuvieron que cambiar la historia de lesbianismo por una historia de cuernos “legalmente” heterosexuales…
En “Tempestad sobre Whasington”, en la que un senador es chantajeado a causa de su homosexualidad.
En “La zorra” (1968), un hombre se interpone en una pareja de dos mujeres lesbianas y logra convertir a una de ellas en heterosexual, es decir, la cura, mientras la otra muere aplastada por un árbol.
En 1969 se estrenaría “Cowboy de medianoche”, primera y única película calificada originalmente como cine X en ganar el Oscar a la mejor película. Fue catalogada como X por su «clara referencia a la homosexualidad», relacionada con el modo de sobrevivir de su personaje que malvive prostituyéndose.
La IRREALIDAD trans la vemos en “Con Faldas y a lo Loco” (1959), en la que, como todas sabéis, los dos personajes protagonistas se travisten por motivos de supervivencia, sin ser gays ni personas realmente trans. Aunque la última escena deja una puerta abierta, como tono humorístico, a la tolerancia homosexual.
Cómo impacta esto en las personas LGTBI…
“Mi orientación sexual es problemática…, soy un ser horripilante, y estoy al borde del suicidio o del asesinato. Seré pobre para siempre, me acusarán mis vecinos, mi familia, mis amigos, no podré trabajar… No tendré más remedio que vivir escondiéndome. Me armarizo”. No hay un cuestionamiento en esta manera de expresar la existencia de la homosexualidad, esta era la creencia generalizada para las propias personas LGTB. La presión social es enorme.
Nuestros referentes cinematográficos siguen siendo un drama, una enfermedad, una locura, y vamos envenenándonos cada vez más de esta interpretación.
Y cómo impacta en el resto de la población: Se sigue alimentando la homosexualidad o el lesbianismo como algo enfermo y dramático. Nadie espera que alguien gay, lesbiana o bisexual sea digno y feliz!, no puede ser! Sigue siendo algo “contra-natura” cuya única lógica es acabar en drama. Es algo aceptado, está totalmente asumido en la moralidad de la época, y con toda esta producción se refuerza.
El público en general refuerza sus creencias con todo lo que el cine les ha contado, (lo mismo ha ocurrido con la literatura). Es decir: te drogas o bebes porque eres gay; intentas suicidarte, porque eres lesbiana. ¡Va en el pack! Sufres porque eres bisexual. Tenemos una personalidad destructiva y caótica. Y nunca una actitud crítica hacia esa mirada, tan poco amable, a la diversidad. La diversidad ni existía, y ni mucho menos se comprendía. O heterosexualidad o locura.
Escena de La Calumnia: Así es como se ve una lesbiana a sí misma, fruto y reflejo de lo que el resto de la sociedad veía y el cine transmitía.
Años 70: se rebaja el ánimo de los ultraconservadores…
El movimiento social LGTB, por los derechos de las personas LGTB, empieza a funcionar, empieza a dar sus primeros pasos. En 1969 ocurren los disturbios de Stonewell, y aunque ya existía un movimiento que luchaba por la dignidad de gays, lesbians, bisexuales y trans, Stonewell es un punto de inflexión, es un “¡basta ya!”, que hizo reaccionar de manera potente a las pequeñas organizaciones que existían entonces, y funcionó de manera aglutinante. En pocas semanas se fundó el Frente de Liberación Gay, que se extendió por diferentes ciudades y universidades en EEUU.
Este ambiente de apertura, de rebeldía, de Orgullo…, empieza a aparecer en el cine.
La película “Cabaret” (1972) dio un gran salto al mostrar a Michael York como un gay sensato y sin sentimientos de culpa hacia su sexualidad. Aunque este gran salto prácticamente se quedó ahí, aún tuvimos que ver mucho cine en donde se mostraba de manera clara la existencia de la homosexualidad y el lesbianismo, pero se seguía transmitiendo como algo problemático y marginal.
La transexualidad seguía siendo inexistente en el cine, y lo poco que existía era aún peor que aquellas producciones que trataban la homosexulidad.
Pink Flamingos (1972) es una controvertida película en la que la drag queen y protagonista Divine, deberá luchar por preservar el título de “persona más inmunda del mundo”. Es transgresión, lascivia, puro y absoluto escándalo, contracultura y obscenidad.
En 1975 aparece el musical “The Rocky Horror Picture Show”, que está catalogada como una auténtica obra cinematográfica que hace gala de la apertura social que en EEUU se estaba desarrollando. Es una invitación a sumergirse en los placeres más ocultos de nuestro subconsciente, darle la espalda a los convencionalismos y abrazar todas aquellas acciones que están mal vistas a ojos ajenos, pero que realizaríamos en caso de no sentirnos juzgados. Abraza lo freak, lo underground, lo marginal y el morbo absoluto. Dicen que Lady Di llegó a expresar algo así como… “esta película ha completado mi educación”…
En los años 80 ya se puede ver un cambio importante en la producción de películas con temática y personajes LGTBI.
El movimiento LGTBI, ya bastante organizado, más empoderado y desarrollando una imagen de sí mismo libre de todos esos prejuicios negativos que nos condenaban a ser malvadas, perversas, locas, asesinas, suicidas, etc., comienza a tener voz. Una voz que reclama otra mirada.
En 1980 se estrena la película “A La Caza”, en la que se muestra cómo un policía se adentra en antros de ambiente leather para buscar a un asesino en serie. Cansados de esa imagen perversa, el colectivo se aunó y organizó protestas por varias ciudades norteamericanas contra la producción y con el objetivo de detener su distribución, logrando una gran visibilidad. Retiraron la película de las pantallas, y esto sirvió para que la industria del cine tomara conciencia del cansancio del colectivo LGTB en relación a la imagen que se daba de nosotras.
A partir de este momento comienzan a rodarse películas más amables con las personas LGTBI, sin llegar a normalizar la diversidad.
Un ejemplo de cine positivo
es “Su otro amor” (1982), que narra cómo un médico casado se enamora de
un atractivo escritor y decide salir del armario y aceptarse a sí mismo.
Otro ejemplo fue “Su Mejor Marca”, que narra la historia de dos atletas
que se enamoran, aunque finalmente una de ellas regresa a la “normalidad”
heterosexual. Por lo menos ya no somos
psicópatas, depravadas, depresivas, suicidas, asesinos en serie. Sólo somos “excepciones” de la normalidad que
no tienen por qué ser condenables.
En “Silwood”, Cher vive su lesbianismo abiertamente. Y en otras películas, se deja caer de manera subliminal el lesbianismo, la homosexualidad o la bisexualidad, sin ese componente de perversidad. Ejemplo de ello son: “El Color Púrpura”, “Tomates Verdes Fritos”, o “El Silencio de los Corderos”, cuyos personajes no se muestran tal y como lo hacen en las novelas en las que se basan, más explícitas. En “Thelma y Lousie” siempre hemos querido ver también una relación lésbica.
Esta “amabilidad”no llega a ser aún una normalización de las relaciones entre personas del mismo sexo, se trata simplemente de haber dejado de producir películas condenatorias. Con historias más o menos “bonitas”, sin ese sesgo de perversión. Y esto provoca una relajación en el colectivo LGTBI. En esos años todavía, la inmensa mayoría del colectivo vivía armarizado en sus entornos más próximos, y este tipo de cine nos procuraba una visión que hasta entonces se nos había negado, que es el simple hecho de poder protagonizar en nuestras vidas una historia de amor más o menos llevadera…
No sabemos qué pensaba el resto del público, porque esto no se hablaba con la gente, ni con la familia, salvo entre nosotras. Seguía estando muy en el aire la realidad LGTB, invisibilizada. No fue hasta la siguiente década, en la que se empezó a mezclar ya lo explícito con la amabilidad, cuando realmente ha tenido lugar un impacto verdaderamente positivo en la población en general.
Durante los años 90, el cine de temática LGTBI se asienta. Aparece una película clave: “Philadelfia” (1993), que trató además el tema del SIDA. Esta película llegó a millones de personas, y en ella pudieron ver a dos chicos, normales, guapos, sensibles, humanos, que sufren por lo que sufre el resto de personas: la discriminación, la enfermedad y la muerte… Trata además la estigmatización de una enfermedad que había azotado de manera especial a los hombres gais. Y el sufrimiento causado por la homofobia en el ambiente… ¡De repente la gente siente empatía por un gay!
“El banquete de bodas” (1993), en la que uno de los miembros de una feliz pareja homosexual se casa con una chica, con la complicidad de su auténtica pareja, para guardar las apariencias antes sus tradicionales padres. Está señalando que el problema son los padres, no ellos.
“La boda de mi mejor amigo” (1997), comedia en la que el personaje gay apoya a su amiga en una farsa para ayudarla a conquistar a un chico que está enamorado de otra. ¡Un chico gay que puede ser amigo!, y no contagia nada, ni es malo o perverso, ¡se le puede querer!
“En American Beauty” (1999), el personaje gay está loco, es homófobo, violento, desequilibrado, pero por su homosexualidad reprimida, por su homofobia interiorizada. Esta película muestra claramente que la autorepresión es la causa del sufrimiento, el suyo propio y el que provoca.
Son muchas más las películas que podrían servirnos de ejemplo de esta manera más amable y real de transmitir el hecho de la existencia de personas LGTBI y sus relaciones. Y a partir de este momento ha sido enorme la producción que ha llevado a la gran pantalla personajes e historias que han transmitido que somos “NORMALES”, y que nos pasan las mismas cosas que les pasa a todo el mundo. Quizá aún resaltando la excepcionalidad de la homosexualidad, pero con un giro completamente hacia la aceptación.
Vídeo Philadelphia.
A partir del 2000 nos llegan a la pantalla películas como “Las Horas”, “Brokeback Mountain”, “Kinsey”, que narra la vida del investigador Alfred C. Kinsey, que estudió el comportamiento sexual del hombre y la mujer y famoso por la conocida Escala de Kinsey.
(((La escala de Kinsey es una escala que establece siete diferentes grados de comportamientos sexuales, cuando tradicionalmente se consideraban sólo tres (heterosexual, bisexual y homosexual), que plasmaba la diversidad y se alejaba de la monosexualidad comúnmente aceptada. Establece 5 grados de bisexualidad entre la heterosexualidad y la homosexualidad)))
“Billy Elliot”,
británica, puso la mirada en lo negativo de los prejuicios.
“Rosas Rojas”, una comedia de amor entre dos mujeres, guapas, centradas,
inteligentes, que termina con final feliz.
Se empiezan a producir también películas que echaban una mirada al pasado, ambientadas en otras épocas, en las que podía verse el trato social hacia las personas LGTB.
Ejemplo de ello:
Ejemplo de ello fue “Mi nombre es Harvey Milk” (2008), narró la vida del político y activista LGTB Harvey Milk, finalmente asesinado en 1978 por el concejal de San Francisco Dan White. (de madre homófoba, hijo que se suicida)
“Plegarias para Bobby” (2009), que cuenta un caso real ocurrido a finales de los setenta. Bobby Griffith era un adolescente gay que se suicidó a causa de la intolerancia religiosa de su madre y de la sociedad. Después de esta tragedia, Mary, la madre, comienza a cuestionarse a sí misma y la interpretación que su iglesia hace la homosexualidad, hasta llegar a comprenderla, convirtiéndose en defensora de los derechos de gais y lesbianas.
Aquí ya estamos viendo películas que señalan claramente que lo enfermo es la homofobia, no la homosexualidad.
“Mujer contra Mujer” (2000), cuenta tres historias de amor entre mujeres, recorriendo tres diferentes épocas. Donde se puede ver claramente el avance social desde los años 60. De una época de armarios y prejuicios, y sus graves consecuencias, pasando por la dificultad en definir la propia identidad como lesbiana, y que además muestra el conflicto con el feminismo de mujeres hetero, hasta la normalidad de la vida de dos mujeres que quieren tener un hijo. Esta película la hemos utilizado alguna vez para hablar de la visibilidad lésbica.
“Diario Secreto de Anne Lister” (2010). Un peliculón de época, un hecho real de la Inglaterra del siglo XIX, en donde una huérfana y rica heredera, Anne Lister, abiertamente lesbiana, va guardando sus pensamientos en un diario escrito con un código secreto. Tiene una amante, que finalmente se casa, la época es lo que mandaba. Ella se mantiene soltera, es rica, empresaria. Cuando su amante se casa ellas se siguen viendo, pero la relación entre ambas no tiene una salida… En pleno siglo XIX… Mantuvo una intensa vida sexual con varias amantes. Dicen que es la primera historia de una lesbiana moderna. Moderna en el sentido de que ella estaba encantada consigo misma por ser lesbiana.
El salto a partir de 2010 es aún más productivo,
“Los chicos están bien” (2010). Es una historia cualquiera en donde la identidad sexual es anecdótica. Fue muy bien recibida por el público. Es la historia de una familia formada por dos mujeres, en la que ocurre lo que puede ocurrir en cualquier otra familia.
“La Vida de Adele” (2013). Esta fue revolucionaria por sus escenas sexuales. Y aunque es un drama lésbico, el drama no tiene que ver con el lesbianismo en sí, sino con los componentes normales que puede tener cualquier relación de pareja: placer, tristeza, ira, lujuria, esperanza, dolor… Lo normal… Aunque es cierto que tuvo críticas por las escenas de sexo, que están hechas desde una mirada masculina y para una mirada masculina.
“Pride” (2014). Un grupo de homosexuales y lesbianas londinenses apoya a los mineros en huelga de un pueblo de la Inglaterra rural al identificarse con un enemigo común, en la época de Margaret Tatcher. Es una de las mejores película que ha dado esta década.
“Caroll” (2015), candidata a 6 Oscar, incluido el de mejor actriz, Cate Blanchett. Es una película sobre la libertad en una sociedad opresora.
“Moonlight” (2017). Se llevó un Oscar a la mejor película. Nos muestra por primera vez la historia de un personaje homosexual afroamericano. Tuvo unas críticas buenísimas, una de ellas: “”sin duda, la razón por la que vamos al cine: a entender, a acercarse””
“Con Amor, Simon” (2018). Una historia entre chicos homosexuales con final feliz.
“Call Me By Your Name” (2018). Esta no tiene un final tan feliz, pero es tan infeliz como lo pueden ser las historias de amor heterosexuales, que están llenas de amores frustrados o irrealizables. Y en la trama la homosexualidad no es ningún drama. Al contrario, hay apoyo familiar.
En esta época el movimiento LGTBI ya está más empoderado en su discurso, sus reividicaciones y en su firme creencia de que somos personas sujetas a los mismos derechos y libertades. Tiramos mucho de cine para elaborar mejor nuestro “estar en el mundo”, para afianzarnos, para ver reflejadas nuestras vidas en esas historias y personajes. Nos sirven como referentes. Es haber pasado del vacío o del escaso contenido, tan destructivo además, a sentirnos parte del paisaje. A desprendernos de ese carácter de “rareza”, de rareza mala.
Y lo que es muy importante también, es que ha llevado a millones de hogares la verdad sobre la diversidad sexual, de género o familiar,… destruyendo prejuicios, señalando discriminaciones, transmitiendo una imagen más humana hacia la tolerancia y el respeto, crítico con lo fóbico, iluminando lo que realmente es enfermo y dañino, y que no tiene nada que ver con la orientación sexual, sino con el desconocimiento, la intolerancia y los prejuicios.
Ya sólo falta que Disney finalmente se atreva con un personaje gay o lesbiana. Frozen creo que se queda en el aire…, no se han atrevido.
No ocurre tanto así con la transexualidad:
Podemos citar “La Chica Danesa” (2015), una maravillosa película de época, centrada a principios del siglo XX, que cuenta de manera exquisita cómo alguien siente que su identidad de género no corresponde con su cuerpo. Es un drama, porque la época no asumía ni de lejos la realidad trans, ni existía conocimiento alguno sobre cómo abordarla.
“TomBoy “ (2011), que trata el tema de los menores transgénero.
“Los chicos no lloran” (2000), basada en la historia real de Brandon Teena, un hombre transgénero que adopta su identidad masculina y parece encontrarse a sí mismo, pero acaba siendo víctima de un crimen de odio. Fue violado y asesinado el 31 de diciembre de 1993.
Realmente el tema Trans en el cine sigue transmitiendo realidades que no son en absoluto “historias felices”. Hay poca producción, parece que se han asimilado muy bien las relaciones entre personas del mismo sexo, entre personas cisgénero, pero no las realidades trans.
Y esto es que en la vida real es así. La identidad trans sigue siendo la menos comprendida y normalizada. En los últimos años parece que hay un empujón importante, debido a que hay más visibilidad de personas trans famosas, hecho que ayuda enormemente, a avances en la comprensión de la construcción social de los géneros, más toda esta apertura hacia el respeto de las orientaciones sexuales, sumado a la lucha de los colectivos y al compromiso político de algunos partidos que creen en la igualdad.
En España, en 2018, la FELGTB y todas sus asociaciones dedicamos el año a la reivindicación de la Transexualidad, a dar visibilidad a esta realidad. Y hay que aplaudir el esfuerzo de asociaciones estales como Chrysallis, que están trabajando de manera maravillosa el asunto de los menores trans, luchando por sus derechos y normalización y consiguiendo que sean personas felices. No obstante, queda mucho camino por hacer en este sentido. Mucho que visibilizar y mucho que trabajar con las instituciones (sanitarias, educativas, etc…).
Seguro que el cine sabrá reflejar muy bien esta evolución, y esta lucha. Ayudará a crear referentes y a transformar la sociedad en su conjunto. Esperamos que en adelante empiecen a producir más películas con temática trans.
Hay muchas más películas que han reflejado y dado visibilidad a las personas LGTBI, sus vidas y sus historias. Estas son sólo un ejemplo.
Para finalizar, visionar tráiler de Pride, que es una maravilla de película, y que recomendamos a quien no la haya visto. De esas que acabas llorando, pero no de pena.