Un artículo de opinión de nuestra VicePresidenta Mar Tornero
Han pasado 15 años desde que se aprobó el Matrimonio Igualitario, el milagro español que aconteció en 2005 para todas las personas que deseaban formar una familia con alguien de su mismo sexo bajo la misma protección legal que las formadas por un hombre y una mujer.
Hasta esa fecha las parejas formadas por dos mujeres o dos hombres seguíamos sufriendo la más absoluta e injusta discriminación frente al privilegio heterosexual.
Fue necesario que activistas de la talla de Pedro Zerolo, Beatriz Gimeno y Boti García, se empeñaran en convencer e inspirar a los dirigentes de los partidos de izquierda de entonces, que diseñaran estrategias que generaran un impacto positivo en la opinión pública y que no cedieran frente a las migajas que el entonces Presidente del Gobierno, José María Aznar, ofreció para acallar las demandas del colectivo LGTBI, cuya determinación fue fundamental.
Fue un momento fascinante para todas nosotras, creyeras o no creyeras en el matrimonio. Sin la disposición de ese derecho difícilmente estás en una situación de poder elegir desde la libertad, y el significado de equipararte al resto de la ciudadanía daba el pistoletazo de salida en el inicio de un proceso mucho más largo: el reconocimiento de la igualdad plena. Poco más del 50% de los españoles estuvieron de acuerdo con esta iniciativa, lo que viene a reflejar la profunda homofobia que aún atravesaba nuestra sociedad. El debate social fue intenso y gravemente ensuciado por todo tipo de violencia y humillación hacia el deseo de disfrutar del derecho a construir nuestras familias. El PP nos castigó con 7 años de recurso en el Tribunal Constitucional, hasta que éste avaló la Ley que nos reconocía con plenos derechos. Eso sí, mientras tanto ellos se casaban como los demás. Durante ese periodo, 22.000 matrimonios estuvieron a la espera de resolución.
¿Algún día pedirán perdón, disculpas o reconocerán el error?
Alentaron todo tipo de discursos homofóbicos, al frente de ellos la Iglesia Católica, que aún hoy en día no reconoce el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. Toda la cúpula del PP acudió a la manifestación organizada por el Foro de la Familia y ultraconservadores varios, portando la pancarta junto a Rouco Varela, y otros obispos, la élite de la LGTBIfobia.
Después de esta conquista y triunfo de las libertades, poco han cambiado. Quince años después son los mismos, siguen sin creer en la Igualdad, a pesar de que el porcentaje de españoles que sí ha creído en ella ha aumentado de manera significativa. Son ya pocos los que se atreven a cuestionar a nuestras familias, pero esos pocos se alimentan de la duda que sembraron los que tenían la responsabilidad política de reconocernos y aún hoy se resisten a seguir avanzando en igualdad. Mientras no rectifiquen públicamente de manera nítida y con propósitos serios, seguirán dando aliento a los “Mendoza” que pululan por el mundo y a todos aquellos que a día de hoy se sienten legitimados a despreciarnos y agredirnos, algunos incluso en nombre de Dios, con los que han establecido una lamentable relación de conveniencia.
Esta actitud mantenida en el tiempo, que nos lleva al colectivo LGTBI a tener una conciencia clara de quiénes están por la igualdad y quiénes están contra ella, o se muestran indiferentes, seguirá provocando el rechazo de quienes hemos sido víctimas del maltrato social llamado LGTBIfobia.