¡PAREMOS EL ACOSO ESCOLAR! ¡EDUQUEMOS EN DIVERSIDAD! ¡POR UNA EDUCACIÓN INCLUSIVA Y DE CALIDAD!

Suena el despertador a las 7 de la mañana y a la misma vez que se abren los ojos, le inunda, de nuevo, esa sensación de agobio que dejó atrás ocho horas antes. Con el agobio la voz vuelve a sonar “No quiero ir a clase, no quiero ir”. Voz que grita más fuerte en su interior a medida que se hacen las 8:05 –hora de la primera clase-.

Lo primero que hace nada más bajarse del coche es mirar alrededor, con esperanza de no encontrar aquello que le genera ese agobio… pero no, de nuevo otro día en el que no ha terminado de salir el sol y el día se torna oscuro, tan oscuro que vuelven a dar ganas de volver a la cama…

Transcurre la mañana, una de tantas, está tan cansadx de luchar contra sus compañerxs que ya no importa. No le importa cuántos chicles le pegan en el pelo, cuántos empujones le den en los cambios de clases o que repitan una y otra vez los mismos insultos de siempre. Ya nada importa… su mejor amigo es el recreo y su mejor compañía el segundo retrete del lado izquierdo del cuarto de baño. Es la media hora más tranquila de todas las mañanas de lunes a viernes y, a veces, ni eso. Ni si quiera esa media hora trae un poco más de tranquilidad, al contrario, al no sentir una figura de poder cercana el miedo es peor, el poder con el que cuentan sus compañerxs es mayor porque no hay nadie quien se encargue de defenderlx, ni si quiera el grupo de compañerxs que lo están viendo todo a unos pocos metros de donde se encuentra.

Muchas veces se ha atrevido a pensar en contarlo todo a sus padres, a sus hermanxs, a su profesora, pero siempre ocurre algo que le lleva a no atreverse… Quizás, ¿una amenaza de sus enemigxs/compañerxs de clase? ¿Un nuevo insulto? ¿Un nuevo estuche robado? ¿La libreta dónde llevaba hechos los deberes rota?

“¿Cuántos días más tengo que aguantar para que todo esto acabe?” se pregunta en silencio una y otra vez, pero no obtiene respuesta. Ya no sabe qué hacer, solo sabe que no quiere volver al colegio, que quiere estar en casa, en su cuarto y dormir, dormir tanto que cuando despierte hayan pasado los años suficientes para no tener que volver a ese lugar del que solo tiene malos recuerdos.

Esto que acabas de leer no es un fragmento inventado, es la realidad de muchos de nuestros niñxs y adolescentes. Es nuestra responsabilidad que esto no ocurra o al menos ayudemos a que ocurra lo menos posible. Porque no es solo el tiempo que se vive, son las secuelas que acompañan durante mucho tiempo y, en algunos casos, para siempre.

Concienciémonos de lo peligroso que puede llegar a ser una vivencia cómo está y no lo justifiquemos con frases como “son bromas de jóvenes”. Un chicle pegado en el pelo por tus propios compañeros de clase no es una broma al igual que no lo es que te saluden con empujones por el pasillo y, tampoco lo es que a través de las redes sociales no solo te sientas humillado en el horario escolar, sino fuera de él también.

Desde Colectivo GALACTYCO exigimos más apoyos y más mecanismos de prevención y de ayuda contra el bulling en los centros educativos y reivindicamos el cumplimiento íntegro de la ley 8/2016, aprobada por unanimidad de la Asamblea Regional, que contempla medidas claras contra el acoso escolar, siendo una de las principales el visibilizar de una forma clara, cercana e inclusiva la diversidad sexual.

¡PAREMOS EL ACOSO ESCOLAR! ¡EDUQUEMOS EN DIVERSIDAD! ¡POR UNA EDUCACIÓN INCLUSIVA Y DE CALIDAD!

 

Romero Lozano, Tamara.

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